Aunque la función principal de los ninjas era la de recopilar información, para lograrlo a veces tenían que realizar actos criminales como robos, fraudes, allanamientos de morada, asesinatos e incendios. Para evitar que se aprovecharan de ello, estaban sometidos a diversas reglas y preceptos. Por ejemplo, no podían abusar de sus técnicas, debían olvidar su orgullo, no revelar secretos y ocultar su verdadera identidad. Un ninja no puede desempeñar su trabajo si tiene dudas o ambiciones personales. Tal y como indica literalmente el ideograma que los designa, 忍 (aguante), un ninja debía tener una gran capacidad de resistencia y un estricto control sobre sí mismo.